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Diferencias entre limpieza y desinfección: ¿Por qué ambas son necesarias?

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Diferencias entre limpieza y desinfección: ¿Por qué ambas son necesarias?

Diferencias entre limpieza y desinfección: ¿Por qué ambas son necesarias?

La pandemia dejó en claro la importancia de contar con espacios higienizados, pero más allá de momentos de crisis sanitaria, mantener un entorno limpio y desinfectado es clave para prevenir enfermedades, mejorar la calidad de vida y hasta aumentar la productividad en el trabajo.


¿Qué es la limpieza?

La limpieza es el proceso de eliminar suciedad visible de superficies, objetos o ambientes. Incluye polvo, restos de comida, manchas, barro y todo aquello que se pueda ver y retirar físicamente. Generalmente se lleva a cabo con agua, jabón, detergentes o productos de uso común en el hogar.

Por ejemplo, pasar un trapo húmedo sobre la mesa, barrer el piso, aspirar alfombras o lavar los platos forman parte de la limpieza. Estas acciones hacen que los espacios se vean ordenados y agradables, reducen alérgenos y mejoran el confort general.

No obstante, limpiar no necesariamente elimina los microorganismos dañinos, como bacterias, virus u hongos. Sí puede reducir su cantidad al retirar la suciedad donde suelen alojarse, pero no garantiza que desaparezcan por completo.


¿Qué es la desinfección?

La desinfección, en cambio, se centra en eliminar o inactivar los microorganismos presentes en las superficies. Para ello se utilizan productos químicos específicos, como lavandina, alcohol al 70%, amonios cuaternarios o desinfectantes aprobados.

A diferencia de la limpieza, la desinfección no se ocupa de la suciedad visible, sino de lo invisible: los gérmenes. Por eso, aunque una superficie pueda lucir limpia, no necesariamente está desinfectada.

Un ejemplo claro es el celular. Aunque lo limpiemos con un paño para quitar huellas dactilares, seguirá siendo un foco de bacterias si no se aplica un producto desinfectante adecuado.


¿Por qué son necesarias ambas?

La clave está en que limpieza y desinfección son procesos complementarios. Uno no reemplaza al otro.

  • Primero se limpia: para retirar la suciedad visible y preparar la superficie.
  • Después se desinfecta: para atacar los microorganismos que no se ven.

Si solo se limpia, el espacio puede parecer higiénico pero seguir siendo un foco de contagio. Si solo se desinfecta, los desinfectantes pueden no actuar de manera eficiente porque la suciedad impide que lleguen a la superficie.

En hospitales y centros de salud esta secuencia es estricta, pero también debería aplicarse en hogares y oficinas, especialmente en superficies de alto contacto como picaportes, interruptores de luz, teclados, escritorios o mesadas.


Beneficios de combinar limpieza y desinfección
  • Prevención de enfermedades: se reducen contagios de gripe, resfriados, gastroenteritis y otras infecciones.
  • Ambientes más saludables: menos polvo y alérgenos mejoran la calidad del aire y reducen problemas respiratorios.
  • Mayor bienestar y productividad: un entorno limpio y seguro favorece la concentración y disminuye el ausentismo por enfermedad.
  • Mejor imagen: tanto en hogares como en oficinas o comercios, la limpieza y desinfección transmiten confianza y cuidado.